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Sembrar la reproducción de la vida en una
comunidad tojolabal
Sow the reproduction of life in a Tojolabal community
RENATA BÁEZ ROMERO
Universidad Nacional Autónoma de México , Distrito Federal, México (renata.baez.romero@
gmail.com )(https://orcid.org/0000-0002-3227-3607)
RESUMEN
Los tojolabales son un pueblo originario ubicado en el estado de
Chiapas en México, en el texto el objetivo es analizar la reproducción
de la vida en los tojolabales de la comunidad Rafael Ramírez, a partir
de un principio ético del trabajo comunal, en el komon 'a'tel, el cual
implica compartir, servir, producir y reproducir de manera comunal,
una práctica que se ha preservado a través de los siglos y que se
opone al individualismo y egoísmo de la forma de producción
capitalista.
ABSTRACT
The Tojolabales are an original people located in the state of Chiapas
in Mexico, in the text the objective is to analyze the reproduction of
life in the Tojolabales of the Rafael Ramírez community, based on
an ethical principle of communal work, in the komon 'a'-tel, which
implies sharing, serving, producing and reproducing in a communal
way, a practice that has been preserved through the centuries and
that opposes the individualism and selshness of capitalist form of
production.
PALABRAS CLAVE / KEYWORDS
tojolabales, trabajo, comunidad, Chiapas, reproducción, vida./
tojolabales, work, community, Chiapas, reproduction, life.
VOLUMEN IV/ NÚMERO 2/ AÑO 2/ ISSN 977245257580
PÁGINAS 35-49/ RECIBIDO: 03-11-2021/ APROBADO: 16-12-2021
DOI: https://doi.org/10.53645/revprop.v4i1.74
www.revpropulsion.cl
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Sembrar la reproducción de la vida en una comunidad tojolabal
INTRODUCCIÓN
La ética es orientadora, porque consiste en construir principios conceptuales, ontológicos
y epistemológicos incluyentes de la diversidad humana, como: justicia, equidad, solidaridad,
compromiso, responsabilidad, respeto, decoro, etc. Estos regulan las relaciones entre los
individuos, la sociedad y la comunidad; busca aclarar y fundamentar la moralidad o eticidad,
en el análisis y las prácticas de las costumbres morales, cotidianas, subjetivas en sociedad y en
toda relación política y social humana. En la practicidad de los hechos o acontecimientos de
las relaciones sociales; al aplicar y considerar como justo o injusto, correcto o incorrecto, bajo,
o más bien desde los principios regulativos de la ética. A partir de la capacidad humana para
orientar sus acciones y decisiones, con el bagaje ideológico alcanzado por creencias, valores
y normas sociales compartidas por una determinada sociedad, en los ámbitos concretos de
la actividad humana.
Los pueblos originarios vienen realizando históricamente, modelos de vida, a través de
“formas que mantienen y refuerzan sus lazos comunitarios y sociales” (Villoro, 2001, p. 32).
Las implicaciones que el conjunto de reivindicaciones y prácticas que llevan a cabo desde
hace siglos tienen que ver con una reconsideración radical del marco de las relaciones en
la forma de organización, producción, convivencia y coexistencia con la naturaleza y con los
demás seres: jnantik lu'um (en tojol-ab'al) es un rubro sobre el cual se entreteje una compleja
relación.
En este texto, hacemos una aproximación al modelo de vida comunal, en los tojolabales,
en el caso especíco de la comunidad Rafael Ramírez, del Municipio Las Margaritas en
Chiapas, México. El modelo de vida de esta comunidad tojolabal se sustenta en un sistema
de trabajo comunal, del komon 'a'tel (trabajo comunal) que se organiza a través de una
política comunal, formas de cohesión para el trabajo, distribución de actividades y papeles
culturalmente aceptados en función de trabajar con respeto y con la nalidad del bien común
de todas y todos. Es decir, concordamos con la idea de Silvia Federici (2012) de concebir lo
político desde una reproducción de la vida.
En este sentido, se analiza cómo el komon 'a'tel es un sistema de trabajo comunal con
un fundamento ético en el pensamiento tojolabal, que por siglos ha subsistido a pesar de
la agudización de formas capitalistas de minifundio, latifundio y de despojo de tierras, y
que se sustenta en la riqueza concreta y se opone a una sobreexplotación del ser humano
y de los bienes comunes, congurándose como una alternativa ante la crisis de los medios
de socialización del trabajo, de la producción y distribución que afectan al ser humano y la
naturaleza.
El desarrollo de la investigación se realizó a partir del método lógico inductivo ya que, a
partir del análisis y estudio del caso particular, de los tojolabales de la comunidad de Rafael
Ramírez en el municipio de Las Margaritas, Chiapas, México, la intención es construir ciertos
principios generales. Como pueblo originario, los tojolabales, remiten su conocimiento a su
pasado histórico-social y a la memoria, lo que se convierte en un asunto hermenéutico: “No
sólo un conocimiento del pasado, sino dar un signicado a lo [aparentemente para algunos]
insignicante, hacer visible lo invisible.” (Beuchot, 2006, p. 108). Por ello, también se hará uso
desde la dialéctica, se analizarán las prácticas de los maya-tojolabales, sus conocimientos,
saberes y prácticas, pero no de manera aislada, sino formando una continuidad y articulación
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en la manera en que sus formas de organización recuperan y articulan, el komon 'a'tel
(trabajo comunal).
No se trata de un análisis únicamente teórico, porque no es “reducir lo social en su última
instancia, a una realidad relacional” (Bagú, 1970, p. 81); desde la dialéctica implica una
apertura epistemológica, es decir, no sólo se hará uso de la recopilación, análisis y manejo de
diversas fuentes documentales escritas, sino para tener una comprensión más profunda, la
apertura implica el uso de fuentes de carácter oral y testimonial, es decir la inclusión de las
experiencias, conocimientos y aprendizajes que se tuvieron y se tiene con algunas familias
e integrantes de esta comunidad, mismas que se integran con la autorización de las y los
entrevistados.
EL PUEBLO TOJOLABAL
El nombre de tojolabales, deriva de su idioma, llamado tojol-ab’al
1
, que signica idioma
verdadero, se llaman a mismos tojolwinik’otik, además tojolabales signicaría “los hombres
legítimos o verdaderos” (C. Lenkersdorf, 1979, p. 275).
Los tojolabales es un grupo originario maya, asentado en la actualidad en el sureste de
Chiapas
2
. En un estudio sobre la lengua tojol-ab’al, el INALI, manifestaba el número de
comunidades por municipio de la siguiente manera: “Las Margaritas: 209 comunidades;
Altamirano: 79; Comitán de Domínguez: 45; La Independencia: 30; La Trinitaria: 10; Tenejapa:
5 y Ocosingo 1 comunidad” (INALI, 2008 en línea). En relación a la población, las cifras más
aproximadas señalan una totalidad de 37, 667 (INEGI, 2004; Cuadriello y Megchún, 2006, p.
5). En cuanto al idioma, el último conteo que se tiene registrado por el INEGI (2015) reere
que el número de hablantes de tojol-ab’al, es de 55,442, de los cuales 27,809 son mujeres
(INEGI, 2015 en línea).
Históricamente, se dio la experiencia de un autogobierno tojolabal en la zona fronteriza
con Guatemala, reconocida como la “primera experiencia de autonomía indígena en la
región” (Fuente de la, 2008, p. 65). Tuvo su nacimiento y desarrollo en el proyecto de la
Unión de Ejidos de Pueblos Tojolabales (UEPT), la cual proyectó realizar desde dos años
antes convocar a diversas asambleas y reuniones, en las que transmitía el proyecto de
“reunicación” tojolabal hasta que llegado el momento se creó una forma de gobierno
propia, un Consejo Tojolabal que se mantuvo en Asamblea Permanente, integrado por más
de “300 miembros” (Hernández, 1999, p. 185). Asamblea que de 1986 a 1987 tomó decisiones
colectivas que intentaban solucionar problemas entre ejidos y uniones ejidales, con una
estructura de gobierno dividida de forma horizontal, lejos de jerarquías. En la experiencia
1  Es importante señalar que en el idioma tojol-ab’al no se escriben palabras con mayúsculas, esto se fundamenta,
en que todos son iguales, hasta las palabras en tojol-ab’al, por eso al escribir no hace uso de mayúsculas. En los
últimos años algunos lingüistas han modicado esto.
2  Ubicada en tres microrregiones distinguidas por las áreas ecológicas: “la región de los valles, -que abarca desde
el centro hacia el extremo sureste del municipio de Las Margaritas-, la región de las tierras frías de Altamirano
demarcada al norte por el auente del río Tzaconejá-, y nalmente, la región de las cañadas de la selva lacandona,
delimitada hacia el sur, en su porción más baja por el río Santo Domingo” (Cuadriello y Megchún, 2006, p. 5).
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del Consejo Tojolabal se puso en práctica la autonomía, ja’yipa tojol-ab’aly, “poder tojolabal”,
“poder verdadero”, como señala uno de los participantes de este proyecto autonómico:
Entendemos la autonomía tojolabal que impulsamos en la década de los
ochenta como un proceso de recuperación del poder de nuestro pueblo; pero
no de cualquier poder, sino de nuestros propios poderes, generados a través de
nuestros propios medios, desde nuestra visión del mundo. La autonomía tojolabal
fue concebida principalmente como un mecanismo de toma de decisiones, para
resolver los múltiples problemas cotidianos a través de un gobierno tojolabal
amplio, que buscaba la conciliación espiritual y política y el consenso entre las
comunidades tojolabales (…) la autonomía la vivimos como la capacidad del ejercicio
del derecho del pueblo tojolabal a decidir su propia vida presente y a diseñar su
futuro (Hernández, 1999, p. 171).
En el caso situado de la comunidad Rafael Ramírez del municipio de Las Margaritas, su
población es de 1075 habitantes (497 hombres y 578 mujeres) donde conviven tojolabales
católicos y de otras religiones
3
.
En esta comunidad tojolabal corresponde únicamente a los hombres heredar las parcelas
agrícolas, realizar actividades como desmonte de áreas para el cultivo, arar la tierra, construir
viviendas, participar en asambleas o actuar como autoridad en su familia o comunidad.
A las mujeres les corresponde realizar labores de reproducción y organización de la vida
comunitaria como la preparación de alimentos, proveer de agua al hogar, el lavado de la
ropa y la crianza de las/os hijas/os, asimismo, colaboran en el pastoreo, siembra, cosecha,
entre otras.
Los tojolabales forman su visión ética de sí mismo y de los demás, a través de su
cosmopercepción
4
con base en la relación que tienen con la tierra: siendo hijos/as de ésta y
hermanos/as de la ora y la fauna, rechazan actitudes de sometimiento, poder y dominación
del entorno, mostrando gestos de respeto y cariño ante la naturaleza. Así su cosmopercepción
implica una relación desde los cinco sentidos que posee el ser humano, se involucra con los
demás [sea objetos o cosas] emotivamente, sensorialmente “tocándolas con los sentidos”
(Rengifo, 2003, p. 72). Los sentidos así, permiten una comunión con los demás seres vivos sin
mediaciones racionales que impidan vivir la vida tal como ella es, y los valores de respeto
y cariño se extienden a la sociedad, es el reconocimiento como sujetos a aquellos que les
rodea, de la “intersubjetividad” (Lenkersdorf, 2005, p. 39).
Desde la intersubjetividad, se deja de ser objeto de uso, para reconocerse como sujetos
desde una relación horizontal, de igualdad y respeto mutuo; pero con deberes diversos,
por lo cual la intersubjetividad no implica la homogeneidad, sino la diversidad para la
complementariedad, donde nadie está por encima de los demás. El acontecer de la realidad
hacia los tojolabales como civilización, no ha disminuido la prioridad que la tierra tiene en
ellos/as como espacio privilegiado, sagrado, que no se limita a un espacio solamente de
3  Cabe precisar que Rafael Ramírez no pertenece a las comunidades zapatistas o anes al EZLN y sus proyectos
autonómicos, sin embargo, entre la población existen simpatizantes hacia el zapatismo.
4 El concepto de cosmopercepción redene nociones comunes que se aplican a todos los conocimientos de la
vida, desde el dominio de la política, la economía, ciencia, religión, ética, moral y la losofía (Ayala, 2011).
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reproducción de la vida, ya que mantiene un lugar fundante y un signicado esencial en
su civilización y forma de ver el mundo. Se toma conciencia ética, en palabras de Eliseo
Reclus: “actuar consciente sobre la naturaleza, no de explotarla, ni de exterminarla, sino de
respetarla.” (1979, p. 39)
EL SISTEMA DE TRABAJO DE EXPLOTACIÓN
Antes de acercarnos al komon 'a'tel como un sistema de trabajo comunal, es preciso
señalar cómo los y las tojolabales conciben las formas de explotación y las variantes de un
modelo capitalista. En el diario de un joven tojolabal se mencionaba este modelo de vida:
1. ‘ixtalajel. ‘ajwalal sok moso [=] kapitalista sok ‘a’tijum.
‘ixtalajel b’a ‘agrarya, b’a kontrobusyon. b’a ‘eskwela. b’a
komersyo. b’a ‘espital.
1. La explotación: patrón – mozo [corresponde a la de] capitalista-obrero.
La explotación [en sus formas distintas]: en la Secretaría de Reforma Agraria por
nuestras contribuciones [impuestos], en la escuela, en los comercios, en el hospital.
(Lenkersdorf, 2001, p. 306)
Históricamente la reforma agraria llegó de manera tardía al estado de Chiapas y las formas
de trabajo semi-serviles se mantuvieron hasta nales de los años setenta del siglo XX. Una
de las formas de trabajo que las comunidades tojolabales, tienen siempre en la memoria,
en la tradición oral, es el baldío, que se congura temporalmente como una época anterior
al reparto agrario; para ellos/as el tiempo de las haciendas, de los hacendados y latifundistas
donde la generación mayor de abuelos, y aún de hijos estuvieron oprimidos, y trabajando “de
balde” (Gómez y Ruz, 1992), es decir, sin pago o salario alguno fuese en especie o de forma
monetaria.
El baldío está muy presente como una forma de producción, de explotación capitalista
entre los y las tojolabales de mayor edad. En la actualidad, cuando existen condiciones
de explotación en el trabajo, lo relacionan con la palabra 'ixtalajel, este concepto carga
connotaciones negativas para ellos/as, pues signica que el “trabajador” recibe trato de
juguete, es decir, de objeto y no de persona, es decir que al ser objeto su trato no se da de
manera horizontal, sino de forma servil. Tal situación genera relaciones de trabajo desiguales,
pues, es el mandón, patrón, quien ejerce el dominio y explotación sobre el sujeto, trabajador,
que en la búsqueda de ganar un ingreso económico se ve atado muchas veces al ínmo,
salario recibido.
Para Lenkersdorf, una concepción del trabajo desde un modelo capitalista, es la tarega
(2005, p. 132), es la tarea agrícola que se realiza fuera de la comunidad, en ncas o terrenos
privados donde se recibe un salario por la actividad realizada. La tarega es sinónimo de
explotación, porque si no se realiza en el tiempo estimado (de sol a sol), que la mayoría de
las veces no se logra, el pago salarial se niega o se les da una cantidad menor a lo acordado.
La tarega maniesta una relación basada en el dinero, aquellos que se involucran en esta
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forma, se les nombra ganaranum (quienes ganan un sueldo y en su mayoría retornan a la
comunidad) y reciben el tz'akol, salario obtenido, el cual a veces fructica sólo en la familia, y
no va más allá de la comunidad.
La inserción en este modelo de explotación, es una realidad en la comunidad de Rafael
Ramírez, debido a los constantes cambios climáticos, la sequía, erosión de la tierra, la violencia
política, etc., es decir, causas de orden ambiental, social, económico y político los ha llevado
a migrar sea a la cabecera municipal de Las Margaritas, a Comitán, Chiapas, así como a la
Ciudad de México o incluso a Estados Unidos. Como fenómeno social la migración incluye
tanto a los varones quienes se insertan en el ámbito de la construcción, como ayudantes de
albañilería y algunos como maestros albañiles, así como de las mujeres quienes se colocan en
su mayoría como trabajadoras del hogar. Asumir el hecho de salir de su comunidad implica
para ellos/as la búsqueda por conseguir un salario, como señala el hermano Alberto “mis hijos
se van a México [la Ciudad de México] porque la sequía nos ha afectado” (Conversación con
A. Velasco, 2017), o de la hermana Teresa: “voy a la ciudad a trabajar por una temporada, allá
me quedo porque Rafael Ramírez está muy lejos del D.F.” (Conversación con Teresa Jiménez,
2017). La necesidad implica el salir de la comunidad, no obstante, la mayoría de las veces la
migración es temporal, y se migra siempre y cuando ya se haya hecho el komon’a’tel en la
milpa y en la comunidad, de ahí que la migración sea temporal y se regrese a la comunidad
para recoger la cosecha.
La caracterización del sistema capitalista como un régimen de explotación en las
comunidades indígenas tojolabales, implica un síntoma de pobreza, entendida como
desequilibrio y desigualdad:
2. jas yuj pobre’oktik. yuj ja smul ja jnal jumasa’. mey
ka’tjubtik. mixa wa xle’atik modo ‘oj jtojb’es jb’ajtik. mi
xka’atik makunuk ja naturalesa yuj ja pilan pilan ‘aytiki.
mi xkolta jb’ajtik ja ‘ixtalajumotik.
2. ¿Por qué somos pobres? La causa son los ricos. No tenemos herramientas de
trabajo. Ya no nos esforzamos para mejorarnos; tampoco trabajamos para que la
naturaleza nos sea útil. La razón es que estamos divididos y nosotros los explotados
no nos ayudamos mutuamente. (Lenkersdorf, 2001, p. 306)
EL KOMON 'A'TEL COMO UN SISTEMA DE TRABAJO
COMUNAL
El 'a'tel es denido como todo trabajo que está encaminado “al bien común de la
comunidad” (Lenkersdorf, 2004, p. 203), no se considera como una tarea, es una acción que
se relaciona con la tierra, es un trabajo por servir a la tierra kalajtik, es decir, a jnantik lu'um,
(Nuestra Madre Tierra), y, además, en reciprocidad con nuestros hermanos necesitados. Por
ello no se limita a las labores en la milpa, ya que se adaptan e integran diversas actividades
de acuerdo a las necesidades de la comunidad, por ejemplo: la participación en el comité
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de educación, la participación en construcciones, la responsabilidad del comisariado, la
coordinación de estas, marcar los linderos.
Por su parte el komon 'a'tel, (trabajo comunal), es la forma en que el 'a'tel se realiza, es
parte de un sistema de gobierno comunal, que reproduce la vida cotidiana: “[un sistema
de gobierno comunal es] las plurales tramas de hombres y mujeres que crean relaciones
histórico-sociales que tienen cuerpo, fuerza y contenido en un espacio concreto: territorios
comunales” (Tzul, 2016, p. 39).
El komon 'a'tel, es una práctica que las y los propios tojolabales han mantenido viva, y
que a pesar de las múltiples vicisitudes se va perdiendo en otras comunidades tojolabales. La
recuperación escritural más importante que desde ellos/as se hizo sobre el komon 'a'tel, es a
través del diario de Sak K’inal Tajaltik, “nevado Ocotal” (su nombre en español: Javier Morales
Aguilar) joven tojolabal quien murió en 1976 y que vivió en el ejido Puebla en Altamirano,
Chiapas. Fue catequista y coordinador de la zona de Altamirano y asistió como oyente al
primer Congreso Indígena en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Aunque se podría pensar
que su cosmopercepción se veía inuenciada sólo por su vocación de catequista, él mismo
reere la importancia de distinguir entre el ser catequista y el ser tojolabal:
spensarajel ja sproblema ‘il ja jkomontiki
31-8/75
ta kechan katekista’otik mi jas xb’ob’i, t’ilan ‘oj jyamtik ja
spensar ja komontiki ja yip ja jmojtiki.
ja lucha’iti mi kechanuk sk’epjel yi’ja kermanotiki ta mi k’a
jel t’ilan ‘oj’och b’a slekil ja komoni antose ‘oj b’ob’ jkolta
jb’ajtik sok b’a spetzanil ja kiptik kechan ja modo jawi ‘oj
b’ob’ kujtik.
Pensamientos sobre los problemas de nuestra comunidad
31/8/75
Si nosotros sólo [nos comportamos como] catequistas, no podemos hacer nada.
Es necesario que agarremos el pensamiento de nuestra comunidad, la fuerza de
nuestros compañeros.
Esta lucha no es sólo ofrecerles cosas a nuestros hermanos porque es muy
necesario que [nuestro trabajo] cause un impacto en el bien común de la
comunidad. Entonces podremos ayudarnos mutuamente con toda nuestra fuerza.
Sólo de esta manera podremos lograr algo. (Lenkersdorf, 2001, pp. 92-93)
El komon 'a'tel, es un sistema comunal indígena que reproduce la vida, entendiendo la
reproducción de la vida desde la acepción de Raquel Gutiérrez: “[…] procesos de producción,
lazos y afectos de relaciones sociales de todo tipo, son los lugares que posibilitan la riqueza
concreta que se gestan en medio de relaciones sociales no plenamente capitalistas y
en permanente tensión con el capital” (Gutiérrez citada en Tzul, 2016: 49). El cual no fue
destruido del todo por el proceso colonial, ya que ha trasgredido el tiempo, no sólo en el
diario de Sak K’inal Tajaltik, sino que permanece en la comunidad de Rafael Ramírez, ahí se
puede presentar como komon 'a'tel, trabajo comunal, como komon koltani, ayuda mutua, y
como komon tsoman, unidos trabajando, los cuales se maniestan en la comunidad a través
de diversos trabajos colectivos.
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Sembrar la reproducción de la vida en una comunidad tojolabal
En Rafael Ramírez el komon 'a'tel, tiene un signicado ético, es un principio que rige la
vida comunal, como señalaba el tata Agustín: “si te ayudo yo ahora, pasado mañana, usted
me va a ayudar a mí. El que tiene “buen sentido” apoya sin que le digas, no hay necesidad
de avisarle, y tampoco hace falta el dinero, pues todos necesitamos la mano y fuerza de los
demás. Es importante que la costumbre no se pierda” (Conversación con Agustín Santis,
2017). Tener “buen sentido” es la voluntad de acción, y como práctica se va difundiendo en
la propia oralidad en la “costumbre”, en la palabra y el ejemplo que se transmite en una
relación intergeneracional: “Por eso el komon 'a'tel no se va a terminar, porque los nietos están
aprendiendo ahora como es la movida (Conversación con Agustín Santis, 2017). komon 'a'tel
como un principio fundado en la ética, genera valores morales en formas de trabajo, mismos
que se originan en la oralidad. Los instrumentos de acción, los acuerdos son de palabra y
voluntad, no es necesario establecer un contrato, un documento rmado por ambas partes.
Por eso no es una relación jurídica la que se establece, sino un acuerdo de voluntad que se
constituye por el valor de la palabra.
El komon 'a'tel no se remite a una sola práctica, sino que adquiere una diversidad, ya que
también se puede entender como 'a'tel tsoman (ellos mismos lo traducen como: unidos a
progresar) que se da en un ámbito de trabajo solidario: “Es decir, estamos todos (re)unidos en
un solo trabajo” (conversación con Alberto Velasco, 2017). Y el carácter de esta diversidad de
deniciones se basa en la oralidad y sobre las múltiples formas de realización. Como señala
Lucía de Luna, al referirse al skoltajel jb’ajtik (ayudarnos entre nosotros), otra manera que
retoma el komon 'a'tel (trabajo comunal):
El esfuerzo para realizar el skoltajel jb’ajtik incluye a los sujetos dentro de un
acuerdo, que aunque no está escrito sí se guarda en el corazón de cada uno de
ellos, ya que el movimiento del skoltajel jb’ajtik no se detiene, continúa aun cuando
quien tiene la necesidad recibe su ayuda y se mantiene en la correspondencia a los
demás con otro servicio, aunque no sea el mismo, de este modo la reciprocidad
en su dinamismo perpetúa el compromiso de servicio comunitario (Luna de, 2021,
p. 134).
Es bajo el acuerdo del diálogo, de la palabra y voluntad, donde siempre se maniesta
si se realiza el trabajo comunal o en su caso se niega el mismo. Es decir, se respetan las
individualidades, como platica Alberto Velasco, que la mayoría de las veces es preferible
el trabajo comunal que el individual, sin embargo, hay algunas personas que en ocasiones
preeren trabajar solas en su milpa -quizás por cuestión de carácter-, por eso no solicitan
ayuda. “Esto implica alargar el tiempo de trabajo hasta ocho días, porque cuando trabajan
entre diez o quince personas se hace el mismo trabajo en un día o dos y es más alegre.”
(Conversación, 2017). El respeto a la forma de realizar las labores, implica que las formas de
sociabilidad son de manera voluntaria y no por obligación.
La vigencia del komon 'a'tel, se conrmó de manera personal al ser partícipe en la siembra
de maíz invitada por la hermana
5
Dominga Méndez Santis y con la aprobación de su familia
5 El sentido de inclusión en este sistema comunal indígena, de reproducción de la vida, se da en el nombramiento,
aunque yo no soy tojolabal, ellos me aceptan como una más de la comunidad y se presenta al nombrarme hermana
y al referirme a ellos como hermanas/ hermanos.
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y de los/as demás participantes de la comunidad. Las actividades comienzan desde antes de
clarear el día, pues la milpa se encuentra a una hora de distancia y el acuerdo fue iniciar a las
siete de la mañana. Se acordó reunirse puntualmente hombres y mujeres que participarían
en la siembra del maíz.
Primero se reparten actividades, en total colaboraron cinco hombres y cinco mujeres
(incluyéndome), lo que advierte de un sentido de paridad. Las mujeres son las encargadas
de preparar los alimentos para la jornada (pozol [bebida hecha a base de maíz y agua],
tortillas, frijoles y huevos fritos) los cuales se compartirán durante el almuerzo. Los demás
integrantes de la familia alistan los instrumentos que se utilizarán en las actividades (la
semilla, las macanas y el ganado). El terreno está listo para ser sembrado, pues fue rayado
previamente con ayuda de la yunta. Una vez reunidos se forma un grupo de mujeres y otro
de hombres preparados con semilla y macana en mano. Así dio inicio esta ardua labor,
avanzando ágilmente por el mismo surco. Aunque es un trabajo agotador, el ambiente que
se vive es de gusto, de alegría, entre bromas y cantos, permite mantener el entusiasmo paso
a paso hasta la pausa que se hace para comer, refrescarse, descansar y convivir un momento.
Nadie de los participantes realizó sus actividades con enfado, cada participante aceptó con
voluntad las labores encomendadas y se realizó no solo una comunión en el trabajo, sino en
el momento de compartir la comida. Después de eso se trabaja un rato más para concluir
a las tres de la tarde. Los dueños del terreno agradecen a las y los participantes, y a la vez,
se acuerda con ellas/os el horario para continuar al día siguiente y concluir con el resto del
terreno por sembrar.
El trabajo es entonces que implica un gozo, un placer y alegría:
La siembra se realiza entre pláticas, chistes y risas de quienes participan, sin prisas
que los hagan hacer sus labores con descuido. Habrá como siempre tiempo para
descansar sin presiones […] para recobrar fuerzas y continuar sin pesares, pues es
un momento para unirse material y espiritualmente con la madre tierra. Se trata de
su colaboración en el proceso de la reproducción de la vida, la salud y la armonía
comunitaria. Incluso después de la siembra se realizarán visitas continuas para
escuchar por si necesita algo y así “la milpa no se sienta triste” (Luna de, 2021, p.
163).
Esta experiencia y práctica del komon 'a'tel se identica como una trama comunitaria:
“múltiples mundos de la vida humana que pueblan y generan el mundo bajo diversas
pautas de respeto, colaboración, cariño, dignidad y reciprocidad, no plenamente sujetos a
las lógicas de acumulación del capital, aunque agredidos y muchas veces agobiados por
ellos (Gutiérrez, 2011, p. 23). Y como trama comunitaria implica una forma de “recuperar el
cariño” (Grillo, Faiffer y Rengifo, 2017, p. 127) y de hacer otra forma de política, ya que parte
de la tradición, pero se va renovando en cada circunstancia, una forma de hacer política
que perdura a pesar de las disgregaciones y separaciones que las políticas y prácticas
institucionales han insertado en la comunidad.
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Sembrar la reproducción de la vida en una comunidad tojolabal
KOMON 'A'TEL, UNIDAD E INCLUSIÓN
En Rafael Ramírez se hace unidad al trabajar la tierra, se trabaja el universo, ya que con
el trabajo comunal en la agricultura mantienen una socialización con otras entidades. La
alegría y el gozo nacen de la obra que se realiza y que es alimentar la vida misma, añade
valor a la tierra y al ser humano, no es solamente pretensión sino encarnación de un valor
moral. Por eso el sembrar el alimento, la comida, adquiere un valor trascendental: “la comida
es vida” (Conversación con Olimpia Velasco L., 2017) y es mediante los trabajos comunales
que los grupos sociales se maniestan y se realizan en lo social y lo social para ellos adquiere
un signicado mayor, es el cosmos.
Mediante el trabajo en la milpa, es decir en la parcela, se mantienen relaciones sociales
igualitarias y de reciprocidad entre diferentes hogares y comunidades, entre unidades
reproductivas: “La constitución de las unidades reproductivas al interior de las comunidades
indígenas, van a estructurar tramas familiares ampliadas que comparten trabajo y las
necesidades comunales de reproducción de la vida.” (Tzul Tzul; 2016, p. 5). Así como
compartir los productos, lo que le da un valor social a la práctica del komon 'a'tel. La relación
de la comunidad con la tierra, con el cultivo se maniesta en analogías transmitidas por la
oralidad, la comunidad es milpa como le manifestaban los/as tojolabales al Padre Ramón
Castillo Aguilar:
La comunidad tojol ab’al es una milpa… En una milpa el primer surco es hombre,
el segundo es mujer. Los surcos están sembrados en “tres bolillo”: por donde
quiera que los mirés forman surco; una mata va detrás de la otra; todas reciben el
mismo calor y la misma humedad. Así es la comunidad: hombre y mujer, todos sus
miembros tienen un nombre y uno después de otro debe servirla. (memorias, s/f,
p. 32).
Desde su cosmopercepción para la reproducción de la vida, se da un sentido de paridad y
complementariedad: hombre-mujer. La unidad básica es dos, por eso la reciprocidad es entre
pares, no puede ser impar, dos es unidad. En Rafael Ramírez, la milpa se siembra en paridad,
hombre-mujer intercalados uno y uno, buscando el equilibrio, la complementariedad:
“Primero va un surco varón (winik), después un surco hembra (ixuk). Todas las matas van una
después de la otra, todas a la misma distancia” (memorias Padre Ramón, s/f, p. 16). El sentido
de mantener el intercalado signica equilibrio y al mismo tiempo es compartir e incluir, ya
que para ello/as si la milpa se mantiene de esta manera se alimenta el corazón de los que
siembran, de los surcos y de la madre tierra. Es decir, el komon 'a'tel conlleva a la inclusión,
el equilibrio, el saber y cariño, una unidad de corazón: ja yaltzilal ja jnantik kinali: corazón de
nuestra madre universo o naturaleza.
El komon ‘a’tel como sistema comunal es inclusión, socializar mediante el trabajo en la
agricultura. Una práctica habitual es la de komon koltani (ayudar, cooperar), o koltanel (ayuda
mutua), es decir, la ayuda que se brinda a quien lo necesita, así las unidades de reproducción
(Tzul, 2016) implican que no precisamente el necesitado debe pertenecer al círculo familiar,
traspasa ese límite y entonces implica que la comunidad se perciba como una gran familia.
Regularmente esta práctica se maniesta en los siguientes casos:
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•Cuando la mujer es viuda y no cuenta con el apoyo de sus hijas/os.
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•Cuando la persona es anciana y no le es posible realizar los trabajos sola/o.
•Cuando hay un integrante/s de la familia enfermo/as se puede solicitar ayuda adicional.
•También si no es suciente con las/os integrantes de la familia es posible conseguir ayuda.
El komon 'a'tel como trabajo agrícola, requiere de varias jornadas de trabajo y se distribuyen
de acuerdo a su edad y género. Las labores de cultivo se organizan bajo el mando del jefe
de familia: los kerem jumasa u hombrecitos (varones desde los doce años y hasta que dejan
de ser solteros), participan en todo tipo de labores agrícolas; los winikxa hombre enteros o
casados (desde que se matrimonian hasta los sesenta años), les toca dirigir las actividades
agrícolas, principalmente el arado y construir las piezas de las viviendas, entre otras tareas; a
los tatametik (abuelos de más de 60 años) realizan tareas de menor esfuerzo como cuidado
de ganado. Las mujeres por su parte participan en casi todas las actividades agrícolas
excepto en el arado y desmonte de nuevas áreas de cultivo; las yal ak’ix (niñas) apoyan en las
tareas domésticas; las ak’ix (solteras) realizan tareas agrícolas, llevar a moler el maíz, recoger
y cargar leña, acarrear agua, limpiar el hogar; las ixukxa (mujeres casadas) en tareas agrícolas
y domésticas y las me’umetik (abuelas) en la preparación de alimentos y en el cuidado de
los niños.
En el trabajo de la siembra, de la milpa, que incluye los productos del maíz, el frijol y
otros productos, se da una participación de todos los miembros de la familia, de otros
participantes de la comunidad, y en conjunto, mujeres, hombres, animales e instrumentos:
“Unen su ‘altsil –fuerza vital- al de los demás, para ser parte del ‘a’tel –trabajo comunitario-
donde lo más importante es que ja jnantik lu’um –nuestra madre tierra-se sienta contenta,
perciba la alegría de los corazones de quienes se esfuerzan en trabajarla y cuidarla, para que
de esa manera les corresponda con la alegría de sus frutos” (Luna de, 2021, p. 162).
Así podemos percibir, que se trata de la revisión de prácticas de distinción genérica,
de las posiciones de diferenciación entre sujetos (hombres y mujeres), en actividades de
interacción, es decir la división y distribución de actividades agrícolas y domésticas. Los
trabajos realizados es así que son distribuidos entre los miembros de las familias, de las
unidades de producción, de acuerdo a distinciones de edad y género. El ciclo agrícola
comprende varias actividades como rozar, quemar, arar, sembrar maíz y frijol, regar, fertilizar,
fumigar con agroquímicos, arrancar frijol, doblar, tapiscar y desgranar maíz. El aprendizaje
de estas actividades se da desde la infancia a través del empleo y uso de herramientas que
también conlleva una socialización genérica de las actividades desde la niñez.
KOMON 'A'TEL COMO POLÍTICA COMUNAL
Para Gladys Tzul, la política comunal, implica ocuparse principalmente de la reproducción
de la vida, y “como los procesos de reproducción social requiere de formas de organización
6 Algunas veces los hijos/as se encuentran trabajando en la Ciudad de México por temporadas. Sin embargo, esto
no impide que ellos vuelvan a su comunidad en ciertas fechas para apoyar en las labores agrícolas.
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Sembrar la reproducción de la vida en una comunidad tojolabal
social es preciso pensar desde el trabajo comunal. En las comunidades indígenas existen
diversas formas, técnicas y tiempos de organizar el trabajo comunal” (2016, p. 6). Desde este
horizonte, el komon 'a'tel implica una política para la vida, denota una delimitación espacial-
territorial y un tiempo, no es el tiempo de trabajo común.
El tiempo diere para los tojolabales, ellos señalan que no son dueños/as del tiempo,
“no está a las órdenes de los hombres” (Lenkersdorf, 2005, p. 222). En este sentido el komon
'a'tel se orienta por el tiempo de la naturaleza, el tiempo de la siembra y el calendario se
rige desde este ritmo, o estación para sembrar, no se acelera por el proceso de producción,
porque no alteran el ritmo de la siembra, es decir se vive con paciencia, marca una distancia
con el trabajo del sistema capitalista en donde la producción se constituye como el regidor
del tiempo.
La comunidad de Rafael Ramírez, como otras comunidades tojolabales en Chiapas no
se rige como otras ciudades de México por los horarios de verano y de invierno, sino que su
tiempo, su horario no hace este cambio, su acontecer se guía por las actividades agrícolas,
el conocimiento no es mediato sino mediado por la naturaleza, consiste en un rodeo y en
una reexión. Aunque con los cambios climáticos producidos en los últimos años, han
provocado sequías, estaciones con demasiada lluvia, o la lluvia llega tardía, han modicado
el inicio de la temporada de siembra. De ahí que no siempre es una fecha exacta, se ha
dado un intervalo de días las estaciones oscilan, se dan aproximaciones entre ciertos días
de iniciar las actividades, se concibe entonces desde un conocimiento empírico. Así, se da
una comprensión de la experiencia y de la observación con paciencia y mesura, el iniciar la
siembra cuando el tiempo-la estación climatológica lo permite, donde la variación puede
llevar de un año a otro de cinco a ocho días de intervalo.
Al ser una política comunitaria, el komon 'a'tel, implica una transformación social “en el
despliegue de la capacidad humana de producir y reproducir formas colectivas de habitar
el mundo desde otro lugar que no es el de la dominación, la explotación y el despojo.”
(Gutiérrez y Salazar, 2019, p. 22). De producir el mayor grado de realización de la vida que
una comunidad quiere, eso es lo que busca: una forma distinta de vivir y de organizar la vida
desde una reproducción de la vida, como señala Silvia Federici (2012). De manera que se
articula en un circuito de reciprocidad, en esencia, en el b'olmal (trueque), modalidad que
se diferencia de intereses puramente comerciales, siendo su nalidad la satisfacción de una
necesidad vital y no mercantil. Pues su uso se presenta como costumbre de intercambio
de diversos productos, sin necesidad de emplear dinero, es un trabajo por la vida que no
cuantica ni comercializa las relaciones sociales.
Muchas veces el trueque es reproducido por las mujeres que siguen recordando esta
valiosa práctica cultural, no obstante, en la actualidad también los hombres realizan
b'olmal (trueque) de algunos productos ausentes en su comunidad debido a cuestiones
climatológicas, o bien, porque no son propios de la región. Es decir, el trueque funciona en
razón de cubrir alguna necesidad de la vida cotidiana, y al mismo tiempo, permite crear
relaciones sociales con otras comunidades.
El b'olmal, como lo maniesta el hermano Martín Velasco López, se sigue practicando en
la actualidad:
A veces llegan personas a las casas con algunos productos, como son: ocote
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por frijol o maíz, limas por elote, ajo-puerro (cebolla verde, cebolleta) por chile,
entre otros. Para el trueque usan sus propias medidas. Es bueno hacer trueque
porque es una manera de no depender totalmente del dinero y al mismo tiempo
se mantiene el vínculo con otras comunidades donde necesitan algún producto
(Conversación, 2017).
Un sistema que produce bajo la necesidad del consumo regulado de la comunidad y
busca si lo hay, una redistribución recíproca con otras comunidades, para lograr un bien
para todos, el bien común, de una economía para y en reproducción de la vida que implica
un principio de equidad, de equilibrio entre ser humano-ser humano y entre ser humano–
naturaleza.
CONCLUSIÓN
El komon ‘a’tel, el trabajo comunal es parte de un sistema de trabajo comunal,
su recuperación y continuidad en Rafael Ramírez, reproduce relaciones de igualdad,
“emparejamiento” entre todas y todos, “de igualdad, de estar parejos entre personas de
diferente o igual sexo [prácticas que] perduran en las lenguas indígenas” (Olivera, Bermúdez
y Arellano, 2014, p. 210). Para el jlekilaltik, una sociedad justa, en donde la reproducción de
la vida, signica el bienestar económico para todas/os, en la medida de que se satisfacen las
necesidades de todas/os de manera equilibrada, así como la libertad comunal.
El komon 'a'tel como trabajo comunal de unidades de producción, implica una dimensión
esencial del ser humano, ser de diálogo y de comunión, donde el trabajo comunal se
constituye en el nudo donde se juntan las relaciones sociales. Komon 'a'tel se da porque
el otro importa, sin el/la otro/a no se es nada. La importancia de reconocerse en el/la otro/a,
porque el/la otro/a no es lo contrario, ni lo jerarquizado, sino que es complementario,
precautela el sentido de equilibrio, apoyo mutuo y reciprocidad entre hombres y mujeres, y
con la producción, satisfacer las demandas crecientes en estrecha relación con la disposición
de recursos, en las formas de organización social para procurarlos en benecio común, de
respeto y en apego a la naturaleza.
Además el komon 'a'tel, siembra una conciencia social de afecto, de amistad y gozo
compartido entre los que participan de una actividad, es un acto de creación de lazos de
anidad y amistad recíproca no sólo entre seres humanos, sino de constante diálogo con
la naturaleza y el universo, por lo cual, articula en su denición y realización una dimensión
espiritual de convivencia y complementariedad, con el mundo natural y el mundo espiritual.
El komon 'a'tel implica una política, los valores morales se unen a los deberes políticos, al
ser relaciones de reciprocidad que en la práctica son explícitas en un respeto mutuo. Es un
principio general de la vida, al reproducir prácticas de reciprocidad y de inclusión, implica
responsabilidad, compromiso consigo y con los/as demás, lo cual genera otra forma de hacer
política, que se distancia de prácticas de un individualismo y en su lugar se constituyen y
practican relaciones sociales para desarrollar el sentido de lo comunal. Ello implica que no
se reduce a una forma de trabajo económico, sino que su alcance va más allá, ya que su raíz
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Sembrar la reproducción de la vida en una comunidad tojolabal
y sustento tiene principios éticos y busca su practicidad en formas económicas y en formas
de relación social en el trabajo comunal. Como una práctica de reciprocidad no se limita
a un mero intercambio de objetos, sino que implica practicar una interrelación de y entre
sujetos con sujetos y con la naturaleza, dimensiones que en su practicidad conllevan a la
complementariedad a establecer relaciones no jerárquicas, sino relaciones horizontales.
Es indudable que el komon 'a'tel se enfrenta a la injerencia fuera de la comunidad de
Rafael Ramírez y de otras comunidades tojolabales, en el ámbito urbano y lejos de lo rural, a
otras formas culturales y de trabajo, a otros principios éticos, principalmente aquellos valores
como el individualismo, la competencia, la ganancia, lo mercantil por encima del apoyo
mutuo. Para los tojolabales esto se maniesta de distintas maneras, principalmente por
necesidades económicas o de otra índole, lo que muchas veces ha signicado la exclusión o
desaparición parcial del komon 'a'tel.
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