
Recuperar al sujeto, al ser humano, ante la emergencia de la realidad pandémica
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VOLUMEN V/ NÚMERO 1/ AÑO 3/ ISSN 977245257580/ PÁGINAS 8-26/ RECIBIDO: 20-03-2022/ APROBADO: 28-04-2022/ www.revpropulsion.cl
Esto requiere reexionar sobre las relaciones que existen entre la losofía y la ideología; es
decir, la losofía está permeada, penetrada, por la ideología, las ciencias naturales y sociales;
dominada y controlada por las relaciones de poder.
Sabido es que quién detenta y usurpa el poder, se arroga el conocimiento y el saber;
lo cual no ha sido superado hasta ahora, en muchos aspectos en nuestra región, y puede
decirse que en el mundo. Es importante señalar y reconocer que la Filosofía y su historia se
constituye de losofías en el mundo, resultado de los problemas que requieren respuestas
urgentes sobre la realidad, la vida, el mundo, la naturaleza, la existencia, Dios, el sujeto, el Ser.
Más allá de esto, la losofía es una vocación humana de los entes-seres, sujetos del
losofar, del pensar; porque éste es una exclusiva humana, de todo ser humano. Por otro
lado, es ineludible señalar que entre la losofía y la ideología se da una simbiosis, que exige
superar con el ejercicio crítico de la razón, como de cualquier forma de pensar y de control
ideológico. En la historia de la losofía, el sujeto del losofar; la persona humana se ha visto
obligada a desenmascarar la permanente ambigüedad sobre el sentido y valor ontológico y
epistemológico de la losofía, lo que implica analizar las formas del saber crítico e ideológico.
Más para que aquella ínsita ambigüedad sea vista, es necesario tener conciencia de lo
ideológico, el que ha sido reconocido tardíamente en la historia de la humanidad, lo que
supone, a su vez, toda una manera muy viva de entender la naturaleza del concepto como
instrumento mental, como tradicionalmente lo expresaron la losofía de los griegos, pero se
puede hacer extensiva a cualquier otra comunidad humana. Los pensadores que creyeron
posible una radical instalación en el concepto y por tanto un fácil rechazo de todas las formas
que consideraron preconceptuales, entendieron haber superado toda ambigüedad y con
ello todo lo espúreo que la vida introduce en las formas de un pensar “libre”.
[…] De esta manera lo ideológico, como realidad extraña al concepto, liberaba a los
lósofos de su presencia y los dejaba cómodamente instalados en un pretendido
saber puro, en una conciencia transparente e impoluta, reinado del Espíritu,
al que denominaron la losofía. Pero la losofía seguía, a pesar de esto, siendo
una realidad tremendamente ambigua que exigía nuevas formas de crítica, más
vivas, por lo mismo que seguía ocultando en su seno todo aquello que creía haber
expulsado. (Roig, 1973, p. 217-218).
Esto incita a pensar, a reexionar, sobre las nuevas formas y prácticas de relación convivencial
y de comunicación entre los entes-seres en la actualidad de crisis global y pandemia; donde
se plantea la necesidad de redenir, rescatar viejos lenguajes y proponer nuevos, implícitos
en el mundo de la vida; que demandan e provocan a pensar sobre la normalidad y la
patología; de una existencia transida de enfermedad y, ahora, se encuentra mediada por la
“pantalla total,” de Baudrillard, (2000), del frío vidrio e imagen plana de las computadoras,
la TV en relación con la internet y las redes sociales como: Facebook, Wathsapp, Instagram,
Tic Tok, Twitter, entre otras; como de aquello que por ellas se transmite: información (que no,
necesariamente, comunicación), que ponen en común y comparten problemas, que colocan
a la luz de los medios: verdades y mentiras, entendiendo a las primeras, como aquello que da
seguridad, certeza y conanza sobre la veracidad y pertinencia de los mensajes; las segundas
están radicadas en el engaño, el ardid y el articio de los lenguajes que encubren y trasgreden